La relación entre Platón y los Sofistas no se podría considerar buena, pues Platón opinaba de ellos que no eran más que unos charlatanes porque estos cobraban por enseñar, utilizaban el arte de la persuasión para obtener éxito social y político, a esto Platón le llamaba la “captura” de almas, pues los argumentos más débiles conseguían que parecieran sólidos y fuertes, además de perseguir a su mentor, Sócrates, y eso a Platón no parecía justo.
Los Sofistas, respecto a la rama de la epistemología, estaban de parte del escepticismo (es imposible conocer la verdad) y del relativismo (lo que cada uno piensa que es verdad, se considera verdad) mientras que Platón opina que si hay verdades absolutas y estas pueden deducirse mediante: El conocimiento científico, que nos ofrece una visión clara y objetiva de la realidad y que para llegar a esta visión debemos dejar de lado los sentidos y las apariencias porque este tipo de conocimiento es absoluto, y mediante la opinión, que es un conocimiento relativo ya que se establece a partir de los objetos del mundo sensible y estos son cambiantes por lo que de ellos no se puede obtener un conocimiento absoluto. A estas dos teorías de Platón es lo que se llama el dualismo epistemológico.
En cuanto a la política, en Atenas los sofistas tenían bastante influencia en este aspecto y estaban de acuerdo con el convencionalismo y el empirismo político, el primero habla de que las leyes son acuerdos que pueden variar según lo que piensen (leyes relativas) y el segundo afirma que es bueno para el pueblo lo que el pueblo opina que es bueno. Platón tenía en mente la idea de la justicia desde que los propios sofistas utilizaron las leyes en contra de Sócrates, Platón opinaba que las personas que gobiernan deben de ser filósofos que conozcan la idea del bien para que exista una sociedad justa.
Raul Gómez Sanz